En San Petersburgo tuvo lugar una manifestación de trabajadores en la que se le pedía al zar implementar reformas económicas. Los manifestantes fueron dispersados a tiros por los soldados del zar, terminando todo con el asesinato de más de mil manifestantes. Otros levantamientos siguieron a este, incluso en dentro del ejército.

Aunque el zar pudo dominar la situación, los trabajadores habían descubierto su poder de organización y rápidamente se organizaron en células o comités de obreros y soldados conocidos como soviets, y comenzaron a reunirse de manera clandestina, creciendo en poder.
En octubre, el zar Nicolás II prometió reformas y apoyo la creación de una DUMA o asamblea, pero temeroso de que dicha asamblea limitara su poder, la disolvió poco tiempo después. El zar perdía apoyo no sólo del pueblo, sino también de la creciente burguesía.

En marzo de 1917, el ejército se unió a los revolucionarios hasta entonces perseguidos y en la clandestinidad. El zar Nicolás II intentó retomar el control pero ya ninguna cabeza del ejército lo obedecía y tuvo que abdicar el 15 de marzo de 1917. Poco después, él y su familia, fueron hechos prisioneros y ejecutados. El imperio ruso llegaba a su fin.

El día de la abdicación del zar se nombró un gobierno provisional, conformado por políticos liberales y socialistas. Pero había intereses enfrentados: por un lado estaba el ala liberal y moderada encabezada por el príncipe Gueorgui Lvov, que defendía los intereses de la burguesía y se enfrentaba a la política radical de los soviets.

La confrontación dio pie al cambio de gobierno y permitió la entrada de políticos social revolucionarios , entre los que destacaban los Mencheviques (“la minoría”) una minoría democrática seguidora del socialismo marxista ruso, liderada por Alexander Kerensky.

Desde antes de las primeras revueltas de 1905, los Mencheviques estaban enfrentados a los Bolcheviques (“la mayoría”) por razones ideológicas: los mencheviques apoyaban las ideas marxistas casi a la letra y sostenían que previamente a la dictadura del proletariado y tras la dictadura de la aristocracia , el tránsito tendría que ser hacia la dictadura de la burguesía ; los bolcheviques no lo creían así y crearon una doctrina basándose en la ideología de Lenin, sosteniendo que con un esfuerzo de la voluntad social se pueden acelerar los procesos de la historia y permitir el tránsito de una sociedad precapitalista a una sociedad socialista sin tener que detenerse en un estadio burgués.

En octubre una nueva lucha tuvo lugar, pues mientras bolcheviques y mencheviques permanecían en discordia, los militares planeaban apoderarse del poder que detentaban estos últimos. Los bolcheviques ocuparon sitios estratégicos en Petrogrado y buscaron el apoyo de las bases trabajadoras de los soviets para detener las ambiciones de los jefes militares; mientras tanto, el ejército disparaba contra el palacio de Invierno, símbolo del régimen zarista y sede del provisional gobierno menchevique.

Caído el efímero gobierno menchevique, Kerensky, su líder, partió rumbo al exilio mientras que los ministros de su gabinete eran detenidos y juzgados por traición. Los bolcheviques, reunidos en un congreso pan ruso de soviets, instituyen un nuevo gobierno, a cuya cabeza quedaría Lenin.

Los bolcheviques y los soviets se apoderaron, con mucha resistencia, de la gran mayoría de las ciudades rusas. Finalmente, el 8 de diciembre se llevaron a cabo las elecciones para elegir a la Asamblea Constituyente. Un día después, León Trotsky, quien pese a ser bolchevique siempre había pugnado por la conciliación con los mencheviques, con el apoyo del ejército rojo disolvió la Asamblea.

Simpatizantes del zarismo organizados como el ejército blanco se levantaron en armas y Rusia viviría por más de tres años, una de sus más terribles guerras civiles. La diferencia entre mencheviques y bolcheviques radicaba en que los primeros buscaban la colaboración entre las clases sociales y propugnaban por una política reformista; los bolcheviques, en cambio, creían en la independencia de clases y la revolución como única posibilidad de cambio. Tuvieron que pasar muchos años, una revolución y una contrarrevolución para que estas diferencias resultaran claras.